
Parque Lezama de Diablos, calavera del maestro de Buenos Aires, melancólica...
Un niño juega solo en el laboratorio, trae una aguja
y un pájaro atrapado en su otra mano inocente, aterrorizado
pincha sus ojos, hunde la aguja firme.
Ciego de dolor, en su vuelo torpe, los ojos sin ojos,
La casa estaba llena de secretos y el incendio parecía extraño
como aquel crimen de los atrapados en el ascensor sin resolverse
juego de niños, juego-experimento...
hunde la aguja firme, los ojos sin ojos,
una eterna, nostalgia de vida, siempre.
Amar, odiar, amar, odiar, todo va hacia el mar.
Escribimos canciones, destruimos las canciones.
Parque Lezama de Diablos, calavera del maestro...
Amo los detalles, odio generalidades, dice el joven loco.
Somos una mezcla de pecado y santidades del infierno exquisito y de los cielos,
te podría matar solo por celos, me podría matar solo por celos...
me podría matar...